miércoles, 16 de abril de 2014

ALERTA: Maduro busca colocar a la oposición como los violentos ante la opinión internacional

Para el Secretario General del partido Vanguardia Popular, Rafael Venegas, existen dos grandes posturas que conspiran contra la eficacia del diálogo:
En primer lugar, la política y el discurso del gobierno. No se trata solo del discurso que habla de que la política económica “ha sido extraordinariamente exitosa”, como afirmó el ministro Rafael Ramírez, secundado por Maduro, quien sostuvo que ahora tenemos tanta comida que el problema del hambre ha sido sustituido por la obesidad por exceso de consumo ¡Vaya cinismo! Tampoco se trata de la respuesta dada a la demanda de amnistía con la expresión lapidaria que proclama: “es tiempo de la justicia, no del perdón”. Al fin y al cabo, estas frases bien podrían ser discurso para las tribunas, sobre todo para sus partidarios, a quienes el gobierno, contradictoriamente, ha repetido la idea de que no negocia ni pacta nada con la oposición. Más importante que esto es el hecho de que, mientras se realizaba esta primera reunión en Miraflores, y de manera sistemática hasta el día de hoy, el gobierno ha arreciado la represión y las provocaciones de forma innecesaria y desmedida. En efecto, al discurso agresivo y descalificador que hemos escuchado en los últimos días, se unen la represión brutal de las manifestaciones pacíficas: más persecución, nuevas detenciones y tratos crueles, en claro intento por “dinamitar” el camino del diálogo, alentar a los “radicales” y dividir a la oposición. De allí deriva otra conclusión: el gobierno no tiene interés sincero en el diálogo por cuanto no tiene soluciones que presentar. No tiene ninguna disposición de rectificar sus erráticas políticas causantes de la crisis, del malestar social generalizado y de las protestas que se escenifican en el país.
En segundo lugar, del lado de la oposición, las corrientes “radicales”, claramente identificadas, insisten en plantear diálogo y protestas como cosas excluyentes. Frente a la terca realidad que los desmiente cada día, pretenden llevar el movimiento de protesta más allá de sus reales posibilidades, con lo cual solo contribuyen al desgaste de la lucha, le dan alas a minorías aventureras y antidemocráticas y favorecen la estrategia del gobierno de “abortar” el diálogo. No entienden que el gobierno va al diálogo porque la presión nacional e internacional así se lo ha impuesto. No entienden que, como quedó demostrado en el primer encuentro, las fuerzas democráticas y el movimiento estudiantil y de protesta no tienen nada que perder en el escenario del diálogo. Por el contrario, asumirlo con transparencia y de cara al país, con determinación y firmeza, con franqueza y claridad de propósitos, con ideas y planteamientos justos que propendan a eventuales acuerdos concretos, verificables por los facilitadores de UNASUR y El Vaticano; permiten poner en evidencia la superioridad moral, política y programática de la alternativa democrática frente al gobierno, desarma al régimen y lo desenmascara aún más. A su vez, brinda una oportunidad, que bien vale la pena aprovechar, para explorar soluciones al problema de la inseguridad y la carestía, al desabastecimiento, el desempleo y el empleo precario, al drama de la salud y la educación y al deterioro de los servicios públicos.
Asumir el diálogo sin abandonar la protesta nos coloca en sintonía con el clamor de la inmensa mayoría nacional que aspira a que la paz no sea una frase hueca ni una excusa para manipular conciencias, sino el resplandor de la verdad y la justicia, el imperio de los derechos humanos, la garantía de las libertades democráticas y la certidumbre frente a las posibilidades de progreso y bienestar para todos. Es la hora de la autenticidad y coherencia entre el discurso y las acciones, de colocar los intereses nacionales y populares por encima de nuestra miopía, mezquindades y pequeñeces. Es la hora de las neuronas. No de las vísceras.
Conclusiones de Vanguardia Popular sobre el diálogo entre gobierno y oposición:
1) La inmensa mayoría del país está de acuerdo en dialogar para buscar soluciones a la grave crisis nacional, tal como lo demuestran todas las encuestas de opinión Solo una minoría obcecada e irracional pretende que se diriman nuestras diferencias a través de la violencia.
2) Esta primera sesión fue concebida como un debate y, como tal, fue ganado ampliamente por la alternativa democrática.
3) Todos, sin embargo, tenemos sobradas razones para ser pesimistas respecto a las posibilidades de éxito de esta tentativa.

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