jueves, 28 de mayo de 2009

El Fascismo Tropicalizado Parte III

Ing. Golfredo Dávila
Secretario General de Vanguardia Popular –Zulia


Con el esbozo que hoy se presenta, sobre la economía y la ideología de los regímenes fascistas, se concluye un capítulo con el que se aspira haber contribuido al debate y la caracterización del régimen chavista, a los fines de ir levantando una propuesta unificada.

Históricamente, los fascistas asumen el control social y político del país, pero no tienen un plan económico definido, lo moldean acorde a la coyuntura de los sectores económicos, pero en lo esencial, estos regímenes se plantearon la autarquía y el desarrollo industrial, es decir, pretendían ser autosuficientes, aun cuando se decían anticapitalistas eran aliados del gran capital en combinación con un control estatal sobre la economía, sin embargo no lograron más éxito que las economías capitalistas liberales de las democracias burguesas de Europa o del capitalismo de Estado del extinto bloque soviético. Ahora bien, el régimen fascista objeto de nuestro análisis, se configura bajo la égida de capitalismo de Estado sustentado por la renta petrolera que le permite desarrollar un populismo ramplón, en combinación con políticas neoliberales de destrucción y a su vez concentración de capitales, que hacen que el pueblo pague los platos rotos de la crisis, con el recorte del presupuesto, mayores impuestos y mayor endeudamiento público, además, se hace acompañar de una política internacional basada en el reparto de petrodólares, de una postura napoleónica enfermiza de creerse el padre de una Latinoamérica convertida en una sola nación, por lo tanto diversificar la economía sería para él un contrasentido, en el entendido de que ello afectaría las economías de los países aliados y le complicaría su ingreso al MERCOSUR.

Con respecto a la ideología, algunos opinan que el fascismo no es una ideología, en tanto no es fácil detectar a que intereses de clase representa, que no sean los intereses personales del jefe o caudillo, esto puede o no ser compartido, lo que sí es cierto es que parte importante de la izquierda venezolana de todos los tiempos adversa al régimen por considerarlo autoritario, militarista y de derecha y buena parte de la derecha lo adversa porque lo considera de izquierda, socialista o comunista y sin embargo, estos sectores junto con la centro derecha y la centro izquierda conformaron en el 2002 la extinta Coordinadora Democrática y hoy buscan caminos de unidad para enfrentar de mejor manera al régimen. Pero, como del gobierno y su política económica se benefician de mejor manera importantes sectores del capital, la oligarquía financiera y grandes transnacionales, entonces, por definición se inscribiría dentro de la derecha, así mismo, algunos lo tildan de izquierda por su discurso y sus 10 años de promesas de redención de los pobres, claro, muchos de estos sectores le acompañan por su condición de oportunistas, algunos por el bozal de arepa, otros por la confusión que genera su fraseología revolucionaria, lo que es más claro y evidente es que la base social de apoyo del régimen está formada mayoritariamente por sectores sin ideología, que son caldo de cultivo del fanatismo y la violencia y del discurso que exacerba el odio y el resentimiento social.

La oligarquía y los sectores sociales que apoyan al régimen, tendrán que hacer conciencia del daño que éste causa, que el engaño, la mentira, el insulto, el culto a la violencia y la demagogia fenecerán. Que el terror y miedo que pretende generar, se le revertirá, el saber popular es claro, cuando alguien infunde miedo es porque tiene miedo, además, el antídoto contra el fascismo es la cultura democrática existente en nuestro pueblo, que ha demostrado no tener miedo, sin negar que existe frustración e impotencia al ver que no se le escucha y al observar el abuso de poder, pero algo clave, es que no se ha dejado arrastrar por las provocaciones, es un pueblo prudente que se está organizando para la lucha.
Debe trabajarse por construir una nueva mayoría, se requiere de unidad y de un liderazgo que se desenvuelva con inteligencia y claramente identificado con los cambios, con la justicia, el progreso y la democracia.

La autonomía Universitaria


Ing. Héctor Sánchez
Secretario General de Vanguardia Popular de Aragua
La autonomía universitaria ha sido una presa permanentemente codiciada por el autoritarismo gubernamental en nuestro país; indistintamente del ropaje con que se haya revestido en un determinado momento. Basta con retroceder un poco hacia el pasado reciente para confirmar esta aseveración. No se requieren muchas explicaciones para precisar su situación durante los períodos dictatoriales de los generales Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez; pero quizás se necesite algo más, para evidenciar lo ocurrido durante los gobiernos posteriores al 23 de enero de 1958, fecha en la cual el último de los nombrados huyó precipitadamente del país.
En el marco de las aspiraciones a vivir en democracia y libertad que el pueblo venezolano aspiraba haber conquistado a partir de ese momento; que quedaron formalizadas como derechos en la Constitución del año 1961, se restablece la autonomía universitaria; pero al poco tiempo, con la excusa del combate a la subversión, ésta es fuertemente golpeada durante los gobiernos de Rómulo Betancourt (1959-1964) y Raúl Leoni (1964-1969). Para finales de la década de los 60, habían quedado prácticamente derrotadas las denominadas organizaciones de izquierda; las cuales habían desarrollado en ese período la táctica de lucha armada para acceder al poder. Esto permitió que, en su primer gobierno (1969-1974), el Dr. Rafael Caldera impulsara la llamada política de “pacificación”; sin embargo, no impidió que procediera al allanamiento policial-militar de las principales universidades autónomas del país y lograr, por parte del Congreso Nacional de la época, la aprobación de su famosa Reforma a la Ley de Universidades, que dio paso a la creación del CNU, a la reducción del cupo, a los exámenes de admisión, a la proliferación de universidades experimentales (sin autonomía), etc. La aprobación de dicha reforma, significó un importante cercenamiento a la autonomía universitaria de manera “legal”.
Estas políticas, sumadas a las periódicas reducciones presupuestarias y a la intervención directa del poder ejecutivo en las universidades no autónomas, continuaron siendo utilizadas por los diferentes gobiernos que siguieron a éste; incluyendo al actual. Tratando de presentar las restricciones como simples medidas administrativas plenamente justificadas, los diversos grados de autoritarismo que han caracterizado a nuestros gobiernos, han utilizado el cerco presupuestario como una de sus armas favoritas para intentar hacer de la autonomía letra muerta. Pero los de antes y los de ahora, se han encontrado siempre con la firme decisión de los universitarios de convicciones democráticas, de no permitir que tal cosa ocurra. Tampoco han faltado nunca, los pusilánimes que han querido vender la autonomía a cambio del plato de lentejas que les ofrecen.
En todas las oportunidades anteriores, universidad y pueblo, pueblo y universidad, han salido a luchar juntos para no dejarse arrebatar lo que por derecho les pertenece. Esta vez, no puede ser de otra manera. Sin distingos de ningún tipo, los universitarios más conscientes y dispuestos estamos en la obligación de ponernos al frente; de estimular a los desganados, de unir y organizar las fuerzas, de dirigirlas en la lucha y desenmascarar las pretensiones del gobierno y de sus agentes infiltrados. A los universitarios de Aragua nos corresponde hacerlo en nuestro estado. Las dificultades y limitaciones que presentan las direcciones gremiales, han determinado que carezcamos en la actualidad de políticas, de planes y de organización adecuados para afrontar, con posibilidades de éxito, la dimensión de un conflicto que traspasa los límites de cada uno de nuestros gremios y núcleos universitarios por separado; que traspasa además las fronteras de nuestro estado y se convierte en un problema de toda la sociedad venezolana. Estas razones obligan a tomar medidas de emergencia; orientadas a superar las dificultades presentes y por venir, entre las cuales pueden estar las siguientes:

1. Constituir de inmediato un organismo con todos los estudiantes, profesores, empleados y obreros, sean o no directivos gremiales, dispuestos a asumir responsablemente la dirección de la lucha a nivel regional (Comité Universitario de Conflicto); que trace las orientaciones al resto del movimiento y se dedique a fortalecerlo; que convoque a todos los universitarios, incluyendo a sus representaciones formales, a unir y organizar las fuerzas para enfrentar este nuevo zarpazo autoritario.

2. Constituir en cada facultad o departamento y núcleo universitario un organismo similar (Comité de Conflicto), conectado y estrechamente relacionado con el anterior.

3. Promover una intensiva campaña de reuniones y asambleas intergremiales para informar, organizar a las bases del movimiento y legitimar los Comités Universitarios de Conflicto.

4. Desarrollar jornadas de propaganda y agitación dentro y fuera de los núcleos universitarios.

5. Organizar foros, conferencias, etc. dentro y fuera de los recintos universitarios.

6. Establecer relaciones de mutua solidaridad y coordinación de luchas con distintos sectores de la sociedad (magisterio, otros trabajadores, estudiantes de educación media, vecinos, colegios universitarios, partidos políticos, ONG, etc.).

7. Impulsar y privilegiar la movilización de calle.



¡LA AUTONOMIA PERTENECE AL PUEBLO Y SE DEFIENDE EN LA CALLE!
¡IMPULSEMOS LOS COMITES UNIVERSITARIOS DE CONFLICTO!