lunes, 2 de febrero de 2009

Venezuela: país en destrucción

Por: José Guerra
Tomado de: www.aserne.blogspot.com

El daño que Hugo Chávez le está haciendo a Venezuela es mayor de lo que el común de la gente cree. La instrumentación de una política vociferadamente represiva contra las protestas estudiantiles y de los trabajadores constituye una confesión muy grave en un país con instituciones literalmente inexistentes para la defensa de los derechos humanos como la Fiscalía General de la República o la Defensoría del Pueblo. Con esa frase “Échenle gas del bueno a los estudiantes y métanlos preso”, Hugo Chávez ya está en la historia y esas ejecutorias contra los jóvenes supera con creces las derivadas de aquella frase desafortunada del presidente Rómulo Betancourt en 1960 frente a los disturbios populares: “Disparen primero y averigüen después”.
Tres son las instituciones básicas sobre las cuales se ha asentado la moderna república en Venezuela: La Fuerza Armada Nacional (FAN), la industria petrolera y las instituciones fiscales y monetarias. Con la primera, se logra el orden interno y la defensa de la soberanía nacional, con la segunda se garantiza los ingresos que el país requiere para vivir y con la tercera se logra la estabilidad monetaria y el poder de compra del dinero. Con las tres está acabando Hugo Chávez. Lo que ocurre en la FAN es peligroso para Venezuela debido a la politización de las funciones militares al haber llevado la política partidista a los cuarteles de forma sectaria. La creación de una fuerza miliciana superpuesta a las estructuras formales de mando es un ingrediente inquietante en la FAN lo mismo que los nuevos cargos creados con lo cual se rompe con la formación profesional que todo oficial de una institución armada requiere. La función militar es tan importante para un país que la FAN se necesita en buena parte de la vida institucional del país, pero colocar a militares activos como despachadores de alimentos o custodios de actos proselitistas, es inaceptable para una nación democrática.
La industria petrolera nacional y su empresa estatal PDVSA han sido convertidas en un botín para corsarios que vieron que llegó su oportunidad para lucrarse en una especie de lance repentino antes de que se agote la renta petrolera o que otros se les adelante. Antes del paro PDVSA producía más de 3.000.000 de barriles de petróleo al día con una nómina de 30.000 trabajadores mientras que actualmente produce aproximadamente 2.400.000 de barriles diarios con más de 80.000 trabajadores. Sus costos se han inflado significativamente porque ahora depende ella una especie de sanguijuela llamada Partido Socialista Unido de Venezuela, cuya financiación corre a cuenta de las finanzas de PDVSA. La formación profesional ha sido sustituida por la afiliación partidista y las competencias personales y técnicas por la lealtad a la figura del presidente Chávez. PDVSA es una empresa carcomida por la corrupción, el nepotismo y el tráfico de influencias. Ahora ha extendido su radio de acción a actividades totalmente ajena al negocio petrolero tales como la venta de alimentos y la fabricación de viviendas, como si este país estuviese tan desecho que no hay entidades que expendan comida o construyan las casas. Lo negocios de PDVSA en el mercado cambiario de divisas, en una nación moderadamente civilizada habría llevado a Rafael Ramírez y la directiva de la empresa a un proceso de averiguación administrativa. Pero eso no se hace o no se hará porque reina la impunidad frente a la corrupción roja.
La institucionalidad monetaria de Venezuela, representada por el Banco Central y la fiscal, encarnada en el Ministerio de Finanzas, está totalmente destruida. Para todos los fines prácticos Venezuela carece de un banco central. El de Venezuela es el único ente del mundo que en lugar de estar preocupado y luchar contra la inflación anda tratando de implantar las monedas comunitarias y el trueque en pleno siglo XXI. Se acabo en el BCV el debate plural de ideas, existe la censura y el temor ha sustituido la opinión objetiva y crítica que siempre privó entre los profesionales del ente emisor. Los Mensajes de Fin de Año del Presidente del BCV dejaron de ser una pieza analítica de la economía nacional para formar parte de un discurso politiquero y falto de rigor técnico. Por esas razones es que los venezolanos padecemos las mayores tasas de inflación de América y con tendencia a subir.
El gobierno de Chávez ha tenido nueve ministros de finanzas en diez años. Ello sugiere la extraordinaria precariedad en la institución encargada de velar por la salud de las finanzas públicas. Por allí ha pasado de todo, desde saqueadores profesionales hasta gente honesta. Pero recientemente con la creación de Fonden, de la mano de Armando León y Rodrigo Cabeza, se le ha dado un duro golpe a las finanzas públicas de Venezuela al instituirse un presupuesto paralelo que nadie sabe como se ejecuta y controla sus gastos. Se trata de un manejo opaco de los recursos del Estado acompañado de un uso de las reservas internacionales del BCV para financiar descaradamente el déficit fiscal, con lo cual se pone en riesgo la estabilidad fiscal y monetaria de Venezuela.

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