Jamás olvidaré aquella fresca madrugada de septiembre de 1986, cuando me reuní en la ciudad de Barquisimeto con Francisco Jiménez (Uno de los insurgentes fugados del pabellón de presos políticos de la cárcel de La Pica el 6 de agosto de 1977) y con Alejandro Velásquez Guerra (El único comandante sobreviviente de la masacre de Cantaura del 4 de octubre de 1982); para establecer los planes que permitirían la instalación en tres años de un nuevo frente armado que operaria entre los estados Lara, Trujillo, Falcón, Portuguesa y parte del Zulia. Venia de cumplir actividades clandestinas y militares en el estado Zulia, puesto que varios de nosotros tuvimos que suplir la deficiencias dejadas por la detención en el 1983 de Asdrúbal Guzmán Cordero (Uno de los revolucionarios fugados el 18 de enero de 1975 del Cuartel San Carlos, junto a Francisco Prada, Carlos Betancourt y Rafael Uzcategui entre otros) y por la persecución que padecían otros cuadros políticos que fueron enviados a estados lejanos.
Nuestra visión de lucha Popular Prolongada, combinando la organización de las luchas del pueblo venezolano con acciones militares que permitieran construir la fuerza popular y militar que lograría desplazar del poder a las cúpulas del bipartidismo y los intereses transnacionales a los que respondían. Se reforzaba, ya que en nuestro continente existía una gran expectativa por el triunfo en Nicaragua de los Sandinistas el 19 de julio de 1979; en El Salvador y Guatemala aumentaba e incrementaba las acciones político-militares, hasta el punto que el 10 de octubre de 1980 se funda el Frente Farabundo Martí para Liberación Nacional (FMLN) producto de un proceso de integración de varias fuerzas en El Salvador, y el 7 de febrero de 1982, se conformó la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG).
La ferocidad de las Fuerzas Armadas Nacionales de Venezuela en defensa del régimen del bipartidismo implantado desde el 13 de febrero de 1959, quedó demostrada durante el periodo 1962-1982, cuando PROVEA estableció en sus investigaciones que durante ese tiempo se produjeron 50 mil detenciones, 10 mil torturados y mil desaparecidos; puesto que esta bestialidad respondía a los manuales de la Escuela de Las Américas con sede en Panamá (pero dirigida desde los Estados Unidos), donde se formaron la mayoría de nuestros oficiales, incluyendo muchos de los hoy en día se llaman revolucionarios o bolivarianos. Entre la lista de atropellos de la FAN y cuerpos policiales, podemos citar la muerte por tortura de Juan Bautista Sánchez (del PCV) durante los años 60 en la cuidad del Tigre; la emboscada a Jesús Márquez Finol el jueves 1 de marzo de 1973 en la avenida Libertador de Caracas; el asesinato del periodista Fabricio Ojeda (de URD) el 21 de junio de 1966, cuando se encontraba detenido en una celda de los servicios de inteligencia militar; el fusilamiento y desaparición de Trino Barrio junto a Víctor Soto Rojas (del MIR) luego de ser detenidos cerca de la población de Altagracia del Orituco; la muerte por tortura de Jorge Rodríguez (Liga Socialista) el 25 de julio de 1976; el mutilamiento de la lengua y desaparición del dirigente estudiantil Noel Rodríguez en junio de 1973 o el asesinato de Alberto Lovera (PCV) apareciendo su cadáver el 27 de octubre de 1965 flotando en el Morro de Lechería.
Pero la represión, la cárcel o la muerte no detuvieron el deseo de cambio de nuestro pueblo. Con la desdicha que las corrientes revolucionarias nos encontrábamos debilitadas y dividas en el momento de agudizarse la crisis del bipartidismo. Vació que fue llenado por muchos de los militares que avalaron por años las atrocidades del bipartidismo. Así como Rosa Luxemburgo y el diputado Carlos Liebknecht de Alemania, cometieron el error histórico de convocar durante el 1918 a una insurrección armada sin antes madurar todas las condiciones requeridas, facilitando su fusilamiento y el aplastamiento de los sectores revolucionarios, lo cual dejó un vacío que permitió que la vanguardia política del pueblo alemán fuera asumida al final, por sectores con intereses oscuros encabezados por Adolfo Hitler. El ascenso de Chávez al poder son esos accidentes en la historia que debemos reparar los revolucionarios junto a sectores patrióticos y progresistas.
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