Los disparos que segaron la vida del dirigente revolucionario Johnny Palencia aquel 11 de abril de 2002 en las adyacencias de la estación del metro El Silencio, demuestran claramente que fue acribillado por funcionarios de la Guardia Nacional y no por francotiradores como ha querido hacer ver el gobierno para encubrir la responsabilidad de Hugo Chávez en la aplicación del macabro Plan Ávila (el mismo que aplicó Carlos Andrés Pérez ante los sucesos del 27 de febrero de 1989), el cual es inconstitucional puesto que el mismo, se encubre con una supuesta intención de persuasión, pero que en la práctica es un esquema operativo de la FAN que su aplicación engendra muerte, tal como quedó evidenciado en el genocidio de febrero de 1989.
El repudio de la población hacia el aberrante gobierno de Carmona Estanga y los sectores políticos, económicos y militares que lo respaldaron; ha sido una de las cosas que Chávez ha utilizado para confundir a muchos venezolanos que aspiran castigo para los actores materiales e intelectuales de esa masacre. Independientemente que en el libro Relatos de un subversivo establezco mis dudas sobre el origen de los francotiradores que macabramente actuaron ese día, puesto que fue clara la intención maquiavélica de los sectores políticos, económicos y militares que conformaron la junta de gobierno con Carmona Estanga; también debemos recordar que la agresividad y amenazas hechas por Chávez durante los días que antecedieron los sucesos de abril, dieron comienzo a las "Esquinas Calientes" de Caracas donde eran agredidos todos aquellos que manifestaran algo contrario al gobierno y a la bestial represión por parte de Guardia Nacional hacia las manifestaciones publicas. Pero lo más aberrante fue la utilización por parte de Chávez de los mal llamados "Círculos Bolivarianos" como contención armada contra una población totalmente indefensa, porque de otra manera, no se explica la presencia de tanta gente armada afecta al régimen en el mismo lugar.
Ese día Chávez saltó las normas para la aplicación del Plan Ávila, al dejar fuera de la RED TIBURON al jefe del CUFAN (G/D Manuel Rosendo), quien 10 días antes había hecho la observación sobre lo inconveniente y anticonstitucional del Plan Ávila (la Constitución del 99 expresa que no se debe utilizar las armas contra el pueblo). Pero las reservas morales de la FAN se pusieron aprueba cuando el Vice Ministro de Seguridad Ciudadana, G/D Camacho Kairuz, y el jefe del Estado mayor del CORE 5 de la Guardia Nacional, ordenaron el regreso de este componente a su cuartel, y el TIBURÓN 3 (G/D Efraín Vásquez Velasco), como Comandante General del Ejercito, ordenó el regreso del Batallón Ayala (Unidad letal que posee 41 tanques Dragón-300) y a todos los integrantes del componente ejército a sus guarniciones; quedando demostrado que Chávez no controlaba la totalidad de la FAN. También hay que dejar claro ante la historia que si esos generales no hubiesen actuado de esa manera, el genocidio contra el pueblo superaría la mortandad del sacudón del 89, donde también se ordenó el Plan Ávila.
Algún día Hugo Chávez y el resto de los culpables de esta masacre, tanto del lado del gobierno, como de esos reaccionarios grupos políticos, económicos y militares de la oposición que trataron de utilizar el malestar del pueblo en aras de hacerse del poder en función de satisfacer sus apetencias grupales; encontraran el castigo que merecen, mientras tanto, serán condenados por la historia.
Bien lo decía el poeta Pablo Neruda: “Podrán cortar todas las rosas del jardín, pero jamás detendrán la primavera”. Pueden utilizar con descaro, todos los poderes bajo su control, pueden seguir repartiendo dádivas al pueblo; reprimiendo de manera salvaje a los estudiantes; acusando a todos sus oponentes de escuálidos o sirvientes del imperio, en aras de restarle valor a las denuncias que se hacen; pero jamás podrán frenar el deseo de cambio del pueblo. Las ideas se transforman en fuerza indestructible, cuando prenden en la conciencia del pueblo, y es lo que está pasando en Venezuela.