Ante las páginas de la historia hay que dejar claro el carácter progresista y nacionalista de la gesta del 23 de enero de 1958; insignes revolucionarios como Simón Sáez Mérida en su condición de Secretario General de la vieja Acción Democrática, el legendario dirigente Fabricio Ojeda de URD, el honorable Beltrán Prieto Figueroa y el experimentado comunista Gustavo Machado, formaron parte de los dirigentes que hicieron posible la unidad cívico-militar que logró el derrocamiento de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.
Estos líderes y factores políticos fueron determinantes en Junta Patriótica, al punto que esta instancia de unidad cívico-militar era presidida por Fabricio Ojeda en el momento de ser derrocado el tirano. Pero la traición a los ideales que hicieron posible dicha unidad, motivó contradicciones en los principios; originando rupturas y enfrentamientos con los que ahora quieren pasar como padres de la democracia; de allí que en el libro Relatos de un subversivo les doy el nombre de "Una generación admirable", puesto que Simón Sáez Mérida, Fabricio Ojeda, Gustavo Machado, Domingo Alberto Rangel, Lino Martínez, Héctor Pérez Marcano, Moisés Moleiro, Américo Silva, Argimiro Gabaldón o Douglas Bravo, tenían la posibilidad de disfrutar importantes cargos, justificándose con la alta popularidad adquirida por AD en esos años. Sin embargo optaron por luchar contra los traidores, pese al sacrificio y el peligro que eso representaba.
El coraje y la dignidad mostrada por esos revolucionarios que no se rindieron ante la bestial represión o las prebendas ofrecidas, contrasta con los falsos revolucionarios que hoy en día gobiernan el país. Por un cargo, un contrato o por el temor al caudillo, han terminado siendo cómplices de la corrupción, la entrega de la soberanía de la nación y la utilización de las necesidades de los mas pobres, quienes por migajas son obligados a complacer los capricho de un militar que aprovechó el vació dejado por la crisis del bipartidismo para encabezar un proceso que es revolucionario de palabra, neoliberal en lo económico, fascista o militarista en lo político y tan corrupto y entreguista como las cúpulas del pasado.
Al cumplirse 51 años de la gesta de 23 de enero y en el entendido que se trata de una fecha que las cúpulas del pasado han querido atribuirse, al igual que este gobierno ha utilizado la imagen de Simón Bolívar y los héroes de la lucha por la revolución, para aprovecharse y burlarse del deseo de cambio del pueblo. Es necesario la unidad de los auténticos revolucionarios para construir un referente político que encause los deseos de cambio de la población, ya que la actual oposición esta imposibilitada por su esencia antipopular de representar los deseos y necesidades del pueblo venezolano.
Se avecina una crisis que el actual régimen no estará en capacidad de soportar. Chávez y su entorno corrupto quedarán al descubierto ante los ojos de sus seguidores, originando una debacle que solo podrá ser canalizada por los sectores verdaderamente democráticos, nacionalistas, progresistas y revolucionarios. Chávez y los factores políticos que representan la vieja política no podrán con la rebelión política y social que se aproxima.
Estos líderes y factores políticos fueron determinantes en Junta Patriótica, al punto que esta instancia de unidad cívico-militar era presidida por Fabricio Ojeda en el momento de ser derrocado el tirano. Pero la traición a los ideales que hicieron posible dicha unidad, motivó contradicciones en los principios; originando rupturas y enfrentamientos con los que ahora quieren pasar como padres de la democracia; de allí que en el libro Relatos de un subversivo les doy el nombre de "Una generación admirable", puesto que Simón Sáez Mérida, Fabricio Ojeda, Gustavo Machado, Domingo Alberto Rangel, Lino Martínez, Héctor Pérez Marcano, Moisés Moleiro, Américo Silva, Argimiro Gabaldón o Douglas Bravo, tenían la posibilidad de disfrutar importantes cargos, justificándose con la alta popularidad adquirida por AD en esos años. Sin embargo optaron por luchar contra los traidores, pese al sacrificio y el peligro que eso representaba.
El coraje y la dignidad mostrada por esos revolucionarios que no se rindieron ante la bestial represión o las prebendas ofrecidas, contrasta con los falsos revolucionarios que hoy en día gobiernan el país. Por un cargo, un contrato o por el temor al caudillo, han terminado siendo cómplices de la corrupción, la entrega de la soberanía de la nación y la utilización de las necesidades de los mas pobres, quienes por migajas son obligados a complacer los capricho de un militar que aprovechó el vació dejado por la crisis del bipartidismo para encabezar un proceso que es revolucionario de palabra, neoliberal en lo económico, fascista o militarista en lo político y tan corrupto y entreguista como las cúpulas del pasado.
Al cumplirse 51 años de la gesta de 23 de enero y en el entendido que se trata de una fecha que las cúpulas del pasado han querido atribuirse, al igual que este gobierno ha utilizado la imagen de Simón Bolívar y los héroes de la lucha por la revolución, para aprovecharse y burlarse del deseo de cambio del pueblo. Es necesario la unidad de los auténticos revolucionarios para construir un referente político que encause los deseos de cambio de la población, ya que la actual oposición esta imposibilitada por su esencia antipopular de representar los deseos y necesidades del pueblo venezolano.
Se avecina una crisis que el actual régimen no estará en capacidad de soportar. Chávez y su entorno corrupto quedarán al descubierto ante los ojos de sus seguidores, originando una debacle que solo podrá ser canalizada por los sectores verdaderamente democráticos, nacionalistas, progresistas y revolucionarios. Chávez y los factores políticos que representan la vieja política no podrán con la rebelión política y social que se aproxima.
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